Con la crisis financiera de 2008, España atravesó una etapa marcada por un desempleo descomunal, recortes de austeridad severos y el debilitamiento extremo del Estado del bienestar. La indignación social se intensificó cuando tanto el gobierno de Zapatero como la posterior oposición del PP priorizaron los rescates bancarios frente al bienestar ciudadano, profundizando así las desigualdades existentes. La confianza en los dos grandes partidos, PSOE y PP, se vino abajo entre escándalos de corrupción y una sensación generalizada de abandono. Sin una alternativa política clara, la gente empezó a entender que, si querían un cambio real, tendrían que construirlo ellos mismos.

De ese malestar surgió “¡Democracia Real Ya!” (DRY), una plataforma descentralizada formada por sindicatos estudiantiles, activistas anti-desahucios y personas de a pie que exigían el fin de la corrupción, una reforma electoral y una democracia de verdad. La protesta convocada para el 15 de mayo prendió la chispa del Movimiento 15-M, llenando la Puerta del Sol y muchas plazas del país con miles de personas gritando “¡No nos representan!”. Como parte de DRY, representando a sus distintas corrientes —desde colectivos anarquistas hasta ONG reformistas— te enfrentarás no solo a un sistema político corrupto, sino también a los viejos pactos de la Transición, que blindaron el bipartidismo tras la muerte de Franco. Mientras el PP se aprovecha del miedo al caos y la inestabilidad, el 15-M ya ha cambiado las reglas del juego. ¿Te lanzarás a la acción directa y la desobediencia digital, arriesgándote a ser tachado de extremista? ¿O buscarás alianzas con sindicatos y sectores progresistas del PSOE? Todo se complica con las múltiples crisis que atraviesa el país: el conflicto catalán, una generación joven atrapada en la precariedad, y el recuerdo aún vivo de los años 70. ¿Será esta revolución el inicio de una verdadera democracia o del desorden total?